LA HUMILDAD

La humildad no es ser bueno. No es ser considerado y generoso. La humildad no es tener apertura de mente y comprender a los demás. No es “parlanchería” sobre lo que somos capaces de hacer por honor a nuestra condición humana. Ser humilde es más sencillo que todo eso. Y por eso nos da miedo a ser fiel a esa palabra. Porque ser humilde es despojarse de todas las armas que hemos aprendido a usar cuando nos sentimos contrariados. Y que mal se siente uno cuando no hablamos y nos mostramos al mundo sin ese trono invisible que nos sostiene nuestras posaderas haciéndonos creer que somos más limpios, más honestos, más correctos y no se nos notan nuestras desparpajadas muecas de seres improvisados y salvajes. Y qué manía con eso de ser normales, cuando es imposible serlo desde la perspectiva de lo políticamente correcto. QUÉ PANTOMIMA. Ser adultos nos hace ser menos humildes. Aún siéndolo, nos avergüenza serlo. Qué tendrá la humildad que sin ser manipulada y tener su verdadero significado…nos asusta
El niño que llevamos dentro sabe mucho de todo esto. Pero es niño, es inocente, y desconoce que los adultos esconden cosas, se ponen peluquines en los motivos como si fuesen calvos de  razones.
La humildad es la esperanza del ser humano, de ser lo que creíamos que significaba ser Humanos, antaño… cuando no estábamos llenos de prejuicios.
Poner énfasis en la ilusión es un acto humilde, cuando no está minado por la  euforia mezquina de quien ni siquiera es mezquino, y a pesar de ello juega a serlo por miedo a ser demasiado indefenso.
Sentirse indefenso no es un estado estático de la persona, es solo un trance natural que hace al hombre  y a la mujer femeninos, como un llanto universal que es la base del saber, si no lloramos no nos conocemos del todo. Y ser sinceros con nuestras más profundas vergüenzas es liberarnos de las imposiciones automáticas que nos impone el sistema.
En mi camino he comprendido que ser humilde no es una pose, es un derecho. Y como no lo hemos catalogado como derecho legitimo… lo hemos avocado a la más tristes de las soledades.

Ser humilde es no darse cuenta de que lo eres.

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